Los robots humanoides son robots que siguen el modelo humano. Por un lado, se diseñan como robots humanoides porque así pueden interactuar mejor en entornos humanos. Por otro lado, el desarrollo de este tipo de robots también sirve para complementar a los seres humanos en sociedades con poblaciones en declive. Se diseñan para asumir funciones sociales específicas, como hacer compañía (Alesich & Rigby, 2017).
Otros robots, como «Mark 1», cuyo modelo es la actriz Scarlett Johansson, está diseñado para ayudar en diversas tareas, desde preparar el almuerzo a los/as niños/as hasta proporcionar compañía a las personas mayores. Este aspecto de servicio se centra especialmente en los debates actuales en Alemania sobre la asistencia en cuidados y terapias (Graf et al., 2020).
El debate sobre el uso específico de un robot social plantea cuestiones sobre la viabilidad técnica, la necesidad de rediseñar los procesos organizativos, las responsabilidades en un entorno interprofesional y los riesgos asociados al uso de robots, como la violación de la privacidad (Bendel, 2015, 2017, 2018). Una cuestión que aparece poco en el debate público es la protección del consumidor y cómo regular los peligros asociados a los robots sexuales. Podría ser problemático que una persona bese a un robot sexual porque los labios del robot podrían estar hechos de pintura con plomo o alguna otra sustancia tóxica.
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